Casi un cuarto de las unidades residenciales de las ciudades chinas son ilícitas. Fueron construidas y vendidas por colectivos de aldeas en suelo que el estado no ha aprobado aún para uso urbano. Los autores describen los factores legales, económicos, sociales y políticos que han creado e impulsado esta forma extendida y floreciente de desarrollo inmobiliario.
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